...dónde van a morir los pájaros

...entonces te vuelves en el arduo camino
y, contradiciendo las escrituras,
no te vuelves una estatua de sal
y miras todo lo que atrás quedó
y no sientes lástima,
sacas fuerza, coraje,
y te das cuentas que las estatuas de sal
se han hecho por voluntad propia
y te rebelas pero también lloras
y tus lágrimas desmoronan esos cuerpos,
pero eso no importa,
tú tienes que seguir desafiante
el árido camino que ni siquiera escogiste,
fue predispuesto por otros que ni siquiera
conociste
y te das cuenta que la felicidad
es mucho más que nueve letras



siempre
me he fijado en lo oscuro de las estaciones del
Metro
los días sábado
y me recuerdan al Metro de nueva york
(aunque todavía no conozco nueva york)



un día
sentí el temor
de verme caminando ansioso
en la búsqueda de la buena estrella
que creí, en alguna parte, esperaba
mi llegada bohemia y trasnochada,
con mis pies gastados,
mis manos ajadas,
mi sonrisa destrozada
y sin sombrero

entonces me vi sonámbulo,
caminando entre las plantas,
revisando las trampas
para cazar humanos de verdad
y esperando el anochecer
entre un montón de cosas viejas...








dos manzanas,
todavía inmaduras, fueron violentadas
psicológicamente
por un cortador de uvas

un poeta
es excomulgado de la vida
por creer demasiado
en la felicidad

una metáfora, siendo un volcán,
se aísla
en lo más alto
de una nevada montaña

un poema tiene luz propia,
como un faro en la noche


la sombra se levanta
y camina,
la hace despacio
(como si fuese un espectro
reciente)
y le pregunta al árbol
-¿qué haces en este lugar?
-vivo –le respondió aquel
y enseguida este preguntó
-¿y tú qué haces ahí?
-yo no estoy aquí –responde la sombra-
me muevo con el hombre,
con el perro,
con las ratas
y las lechuzas; no tengo
lugar fijo,
vivo de lo que no toco
y en las noches me alimento
de la luz artificial


corren las sombras
tras los cuerpos,
en la búsqueda angustiosa
del trozo de Luna
que se pierde
en la negra noche de esta calle

(hay gente que no escucha música en castellano,
para no demostrar lo que siente

cada cierto tiempo alguien
me agarra a puteadas
a través del hilo telefónico)

todo sigue su curso en esta prestada vida;
las metáforas, como el dinero, a veces son
esquivas
y los amigos, los amores, la vida en fin,
se reencuentran con uno a la vuelta de
cualquier esquina, para regalarte una sonrisa
y un cigarrillo y un trago y un abrazo:
pero nadie sabe dónde van a morir los pájaros,
nadie tampoco sabe en qué cementerio
clandestino
las pisadas echan a descansar sus huesos



un hombre
salta entre la tipografía
de estos barcos-poemas;
se siente un marino
de tierra firme,
los pies anclados al asfalto
y su cabeza surcando
los mares del abecedario,
conquistando el territorio
de la nueva vida
e inaugurando la próxima
ciudad luz,
cambiando el oro de los cuerpos
por orgasmos
intangibles pero permanentes;
ningún territorio
llevará su nombre
(pero eso él no lo sabe aún)



se cansó la cordillera
de ser frontera
y dejó esa tarea a los mares
(veremos si las musas atlánticas
son tan efectivas
como las guerreras del pacífico)




acá sólo juegan las esperanzas,
juegan a los dados, en las esquinas
de la mente
del demente
amante de la muerte

acá la vida florece
en los pasos infantiles

acá los dioses se pasean desnudos
por las calles del destino
en busca de su sino,
tomando vino
y fumando tabaco no fino

acá la cerveza no se alcanza
a entibiar

acá la música brota, desde las paredes,
vestida con sus mejores galas,
no promete nada
aquella fugitiva hada,
hermana nunca ignorada

acá, en este lugar incierto,
ocurren muchas cosas,
¿allá, qué pasa?...


a lo lejos
suenan las campanas de una iglesia,
mientras busco desesperado
la metáfora
que interprete la angustia
que recorre mi cuerpo y mi alma

hoy es un día incierto:
no sé en qué estás, cuerpo celeste;
no sé en qué estoy, lobo estepario


recuerdan las gargantas
las libaciones
de aquellos licores que,
de jóvenes,
calentaron los cuerpos
ateridos por el frío de la provincia

lo recuerdan hoy,
cuando se compara
la quietud de un estadio vacío
con la paz de un cementerio
(en ambos los fantasmas juegan,
conversan,
ríen,
hacen goles
y se aman en orgasmos infinitos)








(alcoholizadas
y llenas de recuerdos
se agolpan las líneas
en espera de la fuga,
desde la mente,
hacia el papel)

me duele la espalda
de tanto cargar sueños,
pero igual me quedo

(la única soledad es aquella
que se da cuando nadie nos
recuerda,
pero eso no quita
que, a veces, nuestro ser
se sienta solo)








me apesta el olor a vino,
los días lunes por la mañana (cuando voy en el
micro),
no así los domingos cuando vuelvo de juerga:
lo me más me molesta (el día domingo)
es verme mezclado (en el microbús)
con los que regresan,
alrededor de las 21:00 hrs.,
desde los parques o de las casas de sus pares
-debe molestarme porque soy uno de ellos

me apestan muchas cosas;
debe ser que me estoy poniendo viejo,
o ya no calzo en estos lugares;
bebo incansablemente porque hace bien para el
estómago
(los borrachos siempre mueren con las tripas
limpias)








algunos sustentan la posición
de que el mundo no cree en el futuro,
por eso es que se vuelve al pasado;
entonces quiere decir que algún día
volveremos a nacer

yo, por mientras,
intento volver al útero acogedor,
pero alcanzo a entrar sólo hasta mis testículos








tengo un sueño tatuado en la piel,
se trata de subir a lo más alto de las montañas
y desde allí buscar unos ojos,
un rostro,
un cuerpo,
una botella de vino (o algo más fuerte),
unos cigarrillos
y brindar por el mañana de los que vendrán,
brindar revolcándose entre pastos y
orgasmos,
entre neumáticos humeantes y máscaras
antigases,
entre los estertores y el hambre

tengo un sueño
marcado a fuego en la piel,
se trata de vivir hasta el final,
como si cada minuto fuese el último



poesía
tito carreño
ediciones el bucanero fantasma
(primera edición diciembre 1997)